Veintiséis de julio. Dos mil once. Hace un año. Una pregunta y una respuesta. Una sonrisa y un beso, ambos iguales a otros, pero distintos. Un nuevo significado.
Hoy podría ser el primer año de tu vida. Pero no lo es. ¿Todavía no te has dado cuenta?
Hoy he sido capaz de volver a leer a Amalia Bautista y en el libro, sí, el que llevaba el último día que noté tu piel, el único recuerdo que me queda de ti marcaba estos versos:
«(...) Tan sólo estoy segura de una cosa:
no volveré jamás al cementerio
mientras que mi teléfono no suene
y tu voz no me pida una entrevista».
Hoy podrías haber celebrado tu primer año de vida. Y yo contigo. Pero no. Lo siento. Hiciste lo correcto.
Que seas muy feliz...
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